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Monseñor Pedro Juvenbille: Trabajar la crisis para cambiar la historia

Monseñor Pedro Juvenbille es el Obispo de la Diócesis de San Pedro. Entre tantas actividades al interior de la Iglesia, también asumió responsabilidades en el Comité de Emergencia Departamental de San Pedro.

Al igual que en otras, desde la declaración de Emergencia Sanitaria, las celebraciones litúrgicas en su diócesis se realizan con el sacerdote o el obispo con acompañante mínimo, transmitiendo a través de medios radiales o redes sociales.

Sostiene que esta crisis nos muestra fortalezas, pero también muchas debilidades y que debemos prepararnos para organizar y trabajar la resiliencia, “desarrollar una profunda escucha para la sanación”. Insiste en la necesidad de fortalecer los espacios de trabajos conjuntos y multiplicar los diálogos entre todos los sectores.

 

En las parroquias no se permiten reuniones de más de 10 personas, esa es la medida, “estamos cumpliendo con las disposiciones del Gobierno, la cuarentena, el distanciamiento social, el fomento de la higiene, y con las debidas precauciones y preparación, hay jóvenes, laicos, sacerdotes y religiosos apoyando a las familias en la organización de ollas populares y tratando de apoyar a personas y grupos más vulnerables”.

Monseñor Pedro es también integrante del Comité Departamental de Emergencia creado recientemente. En sus primeras reflexiones acerca de cómo la ciudadanía y las instituciones enfrentan la crisis dice que “hay que respetar las medidas, hay que cuidar mucho a la familia, la comunidad”, pero que ese cuidado se convierta en el desarrollo de la solidaridad, que sean tiempos de solidaridad. En este caso “hay gente que aporta muchísimo para ayudar a otros, jóvenes voluntarios en las ollas populares, distribuir algunos kits, nos unimos en el servicio y cumpliendo las medidas”.

Manifiesta que la crisis puso en evidencia muchos de los aspectos que estaban como escondidos en las sociedades, “nos hizo descubrir la falta de instancias departamentales y municipales de conversaciones, la falta de organización y principalmente el dialogo”. En algunos municipios se facilitan los trabajos, en otros no; “la iglesia participa activamente, hay confianza en la iglesia, coordina las tareas con otras entidades donde se puede, y donde no, avanza con lo que tiene”.

Durante esta “emergencia sanitaria” se está descubriendo la necesidad de gobiernos mas participativos, a nivel departamental y municipal y “la crisis nos demuestra la necesidad de pensar y ejecutar juntos acciones en favor de las comunidades”.

Un espacio político y social intersectorial

Reflexiona sobre la participación de las personas en distintos espacios con el fin de evitar el contagio del virus. Recuerda que hay municipios que controlan las entradas y salidas a la ciudad y lo hacen con mucha seriedad, y se unen personas autoconvocadas, “en el tema de seguridad, hubo mucho celo, también descoordinaciones”, dijo, y también “la falta de conciencia de la gente”.

Lo importante en esto de la seguridad y controles es “no perder de vista a la persona, queremos que el virus no venga, creo que tenemos que hacer esa lucha, pero no cometiendo imprudencias ni discriminaciones, no debemos perder nuestro don de persona, tenemos que controlar la ansiedad”, dijo.

El manejo de esta pandemia, no solo en San Pedro, también en otros lugares no es fácil. Ni para las personas que han sido infectadas ni para las familias y las comunidades. Pero, cualquiera sea la realidad, la cuestión es “no estar hostigando”, no se pueden manejar las cosas como a los leprosos de la Biblia.

En cuanto a infraestructura, también esta crisis está descubriendo o desvelando muchas fragilidades, en el sistema sanitario, en la infraestructura, la seguridad y logística. “Nos hizo descubrir que hay falta de equipos y habría que trabajar para conseguir lo necesario para combatir la pandemia equipando los centros de salud y dando seguridad a los trabajadores de la salud”, manifiesta.

La participación de la Iglesia

La Iglesia tiene el compromiso de integrar los espacios donde se definen las políticas, estrategias y actividades para el manejo de servicios para la ciudadanía. Pero, además de la misión de la Iglesia, existen sectores de la sociedad que necesitan ver su participación porque “asegura transparencia, la no discriminación en los servicios. Los actores piden la participación de la Iglesia porque es señal de confianza”.

Para Monseñor Pedro, con muchos años de vida entre campesinos y en la zona de San Pedro, principalmente, dice que no es fácil convivir en un espacio intersectorial, pero “vemos que es un espacio de construcción necesaria, nos encontramos con que nos faltó conversaciones desde antes, no hay participación ciudadana”.

También ocurre, dice, que surgen buenos proyectos en determinados niveles de decisión, pero en la puesta en práctica se fracasa. En este caso, la Iglesia puede hacer mucho “en el sentido de que las parroquias están organizadas para llevar adelante estos servicios en favor de los demás, donde se puede se coordinar con otros sectores, se hace, y donde no hay condiciones se impulsa con la gente y recursos con que se cuenta”.

Es bueno valorar el esfuerzo que los actores ponen de si para enfrentar la pandemia, pero por eso del aprendizaje social, que surge de la convivencia, y no por desvalorizar, es también necesario mirar críticamente lo que se hace. Para Monseñor Pedro es muy necesario que todos los distritos cuenten con mecanismos de defensa, promoción y servicio a la población, tanto en la salud como en cuestiones alimentarias. “Hay dificultades, ya sea por causas de falta de dialogo entre sectores, divergencias políticas, falta de organización, y el volumen de necesidades, falta más confianza entre sectores, pero eso no se crea de un día para otro, heredamos del pasado, y ahora tenemos un motivo para construir algo serio”, plantea.

A nivel social, político y cultural es necesario cambiar. La crisis se debe aprovechar para cambiar, hay historias políticas y sociales en San Pedro no olvidadas y que sirven para el fortalecimiento de la desconfianza; pero hay que hacer un gran esfuerzo por reunirnos y trabajar juntos, manifiesta el Obispo.

Según sus observaciones, a nivel macro, y también regional, departamental y local, la crisis está haciendo reflexionar “sobre la economía, qué clase de economía tenemos, nos hace pensar en el sistema alimentario, en el sistema de salud, educativo, nos hace pensar qué tan autónomos somos para decidir nuestro destino”. Esta crisis, verdaderamente nos está haciendo pensar “en nuestros propios valores, no podemos volver a los mismos de antes, debemos cambiar”, dice.

“Será necesario un trabajo de profunda escucha y sanación”  

El desafío que presenta la pandemia no solo se manifiesta en el ámbito político o en los poderes del Estado, también en la Iglesia, donde será necesario “un trabajo pastoral diferente, debemos ver cómo organizar y trabajar la resiliencia – la superación positiva de estos problemas-.”. El Obispo señala que a nivel pastoral y espiritual y para los mecanismos de contención que tiene la sociedad hay mucho por hacer porque “esto está produciendo varios tipos de traumas, y hay que contar la experiencia para madurar y sanar, estamos ante un momento y un hecho de gran fragilidad, somos muy vulnerables, estamos muy expuestos”

Reflexiona sobre las virtudes y los valores que son puestos en prueba. Pero ante muchas fortalezas, también conviven “las impaciencias, se nos crean muchos problemas, convivimos y enfrentamos las fragilidades, estamos muy vulnerables y expuestos, las impaciencias, los miedos, se juntan y, por lo tanto, va a ser necesario un trabajo tenaz de profunda escucha y sanación”, reflexiona el Obispo de San Pedro.

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