Departamental Educación Nacionales Política y Sociedad

La fuerza joven: “en estos tiempos la sociedad se está viendo a sí misma; hay mucho por hacer”

Tamara Lugo es la actual coordinadora de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de San Pedro. “Justo me toca esta responsabilidad en esta pandemia, tiempos difíciles”, nos cuenta, pero siguen reuniéndose, aunque no son como meses atrás, “aun así, nos encontramos en la virtualidad y hacemos nuestra oración, como jóvenes, cantamos y reflexionamos”, nos cuenta la joven desde Liberación.
 

Sería difícil saber hoy quien es el mas aplastado por esta crisis global creada por la pandemia. De todos modos, antes que intentar medir, como en un trabajo de investigación, lo que sí se podría hacer es escucharnos, “sentirnos”, “ñañoandu”. Palabra sabia guarani que encierra una forma de vida profunda, el sentirnos, visitarnos y servirnos en los casos necesarios.

Nos reunimos vía web, nuestras reuniones seguimos los domingos, nos conectamos los coordinadores, leemos la Biblia, rezamos, oramos por nuestro país, por la paz, por nosotros, luego revisamos nuestras actividades”, nos cuenta con pasión Tamara Lugo, joven de 21 años, que además de ser la coordinadora de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de San Pedro, está siguiendo la carrera de derecho.

Mencionó, sin intención aparente, que le corresponde coordinar todas las acciones pastorales de la juventud en una de las diócesis más importantes del país, y “justo en tiempo de pandemia”.  Quizá tenga que entenderse, justo “no podemos trasladarnos”, “no podemos juntarnos”, “hay mas crisis”, “justo ahora el mundo paró”, lo que sea, es un tiempo en que deberá desarrollar todas sus habilidades y capacidades, poner su fe a prueba para co-ordenar toda la potencia juvenil.

“Yo te cuido”

Entre tantas actividades y alegrías menciona que una dinámica que están desarrollando en la diócesis se llama “yo te cuido” que consiste en poner en una especie de sorteo los nombres y “si me sale el nombre de tal persona, yo tengo la responsabilidad de cuidarla, saber qué necesita, cómo está, acompañarla”.

Esta es una actividad y dinámica que debe extenderse, si es posible llegar a toda la diócesis. “Estamos pasando por mucha depresión juvenil en esta pandemia, lo mínimo que hay es un ánimo de pereza, porque hay también otras formas de depresiones, personas confundidas, gente que piensa en situaciones más difíciles y son delicadas, pero tenemos que estar juntos”, reflexiona.

Este encierro obligatorio puede generar muchos problemas. Hay muchas familias que están pasando mal, en medio de violencias, rupturas, no solo entre parejas, también puede acrecentar las malas relaciones entre padres e hijos. Es claro, que también ocurren verdaderos milagros, y hay que alentar que ocurran milagros, pero como estamos, como humanidad, ante algo que no entendemos, debe mantenernos vigilantes.

Yo te cuido”, es una buena acción y por la estructura y valores que tiene la Iglesia Diocesana puede multiplicarse no solo entre los jóvenes, sino para todos los grupos.

Impulsaron también durante este invierno “abriguemos San Pedro”, colectando ropas para quienes necesiten. Asimismo, realizan visitas virtuales a cada parroquia. Todos los fines de semana coordinan esos encuentros para organizar, saber cómo se encuentran los jóvenes, orar juntos y recibir propuestas.

5000 plantas de árboles

Como un “Gesto Común”, por la culminación del Trienio de la Juventud, el año pasado los jóvenes participantes de las actividades del Trienio se comprometieron como un gesto con la “madre tierra” cultivar 75 mil plantas de árboles. En la diócesis de San Pedro cultivaron 5000. “Nuestro compromiso, además de plantar, era apadrinar los árboles, cuidar y no permitir que se secara o fuera destruido. La mayor parte está creciendo. Algunos pocos se secaron. Tendremos que revisar qué pasó y reponer las plantas, apenas podamos movernos y encontrarnos”, dijo Tamara.

 

La señal

Tenemos muchos proyectos”, dice Tamara, el problema es la dificultad para coordinar pues “la señal telefónica y del internet es muy mala”. “Lo que estamos por empezar ahora son encuentros pequeños por decanato, que son cuatro en la diócesis, así nos reunimos con los coordinadores y organizaremos mejor nuestras tareas”, expresa.

Nuestros abuelos y padres se unían para abrir caminos robando franjas a los esteros o haciendo picadas en los bosques para conectarse, facilitar el tránsito y la visita familiar, cuando no había ni rutas asfaltadas ni caminos empedrados.

Quizá sea bueno recordar y emular aquellos esfuerzos y unirse para “abrir caminos-mejores señales de internet y telefonía”. Si los jóvenes se pusieran como meta, podrían gestionar e incidir en los programas de crecimiento de la telefonía e internet de calidad. Es un problema generalizado y requiere una acción general. Nadie mejor que los jóvenes, que entienden y viven en esta generación, podrán realizar esta acción. Así mejoran los encuentros juveniles, dan un gran aporte a la educación, miles de estudiantes, docentes y padres de familias tendrán mejores señales y la educación formal podrá no desarrollarse solamente en las aulas, pueden ser desde las salas de las casas. Y, sin levantar la bandera del pesimismo, a partir de ahora, la tecnología no desaparecerá de nuestras vidas, la educación se desarrollará sobre estas dos patas, la presencialidad y la virtualidad.

Algo mas

La pandemia, ¿la crisis para quién? Puede que sea un golpe fuerte y duro para todos. Puede deprimir a jóvenes y no jóvenes. Pero, sin el tiempo es de los jóvenes, estas crisis que sufren muchos jóvenes, fiesta para otros, también jóvenes, ¿no será la crisis propia del ir para adelante? ¿No son los jóvenes los que manejarán este universo post pandemia? Entonces, las crisis, podrían semejarse al canto al “al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente, que vuelve de la guerra…” de Maria Elena Walsh; la metamorfosis de la cigarra que debe pasar por un momento de crisis-cambio.

¿Y tras la cuarentena?

Vendrán tiempos muy duros “mas en el ámbito juvenil, hay demasiadas cosas que quedan congeladas y otras que se están desarrollando, vendrán tiempos de grandes desafíos, en todos los ámbitos, también en lo religioso. Esta es una situación en que la sociedad se ve a sí misma, se siente a sí misma, y nos vemos que hay mucho que hacer, un mundo de acciones que está a punto de estallar”, comparte y sentencia: “puede haber una explosión social”.

Es también el tiempo de construir esperanzas, que crezca nuestra esperanza y que vivamos con ella, dice, y agrega que “la única fuerza mas grande que tenemos es nuestra fe en Dios, agarrarnos, abrazar esa fe, es tiempo de ver a Jesús, mirarle y ver sus actitudes y preguntarnos cómo actuaría en una pandemia. La sabiduría de Jesús vale para todos, en todo tiempo, él nos enseña cómo enfrentar el tiempo, allí está la fuerza, armarse de sabiduría; ser crítica, analizar toda la dimensión humana y avanzar con convicción”, concluye.

1 Comentario

Leave a Comment