El Doctor Edgar Giménez, quien fuera Vice Ministro de Salud, lanza un grito de alerta. Se disparan contagios, los hospitales colapsados, los trabajadores de blanco también colapsados, y pueden aumentar considerablemente los contagios y las muertes. Transcribimos su carta:
Apreciada Familia:
Les escribo este mensaje para alertarlos sobre la situación del COVID-19 en Paraguay. Tenemos un promedio de mil casos nuevos y quince fallecidos diarios. Las proyecciones señalan que para fines de mayo habrá 7.700 fallecidos por esta enfermedad. La mayoría de estas muertes ocurrirán en Asunción y Central y serán mayores de 60 años. Pero, la mayoría no son todos. También habrá entre ellos niños, jóvenes y adultos jóvenes. Ya hemos perdido a familiares y amigos, y sabemos lo difícil que es esto.
La tendencia claramente es de aumento de casos y de muertes en nuestro país.
Se considera una situación de alto riesgo cuando la proporción de test positivos supera el 8% y cuando hay más de 50 casos nuevos por 100 mil habitantes en los últimos 14 días. En Asunción y Central estos parámetros son tres veces más altos desde enero, y se ha mantenido la tendencia de aumento.
De fuentes muy confiables, colegas míos entre ellos, sabemos que desde el 27 de febrero no hay camas disponibles en terapia intensiva, ni en el sector público ni en el sector privado.
Además hay carencia de algunos insumos que se consideran indispensables, entre ellos medicamentos que los familiares de los hospitalizados deben comprar a precios muy altos. Estos gastos se acumulan en los días sucesivos produciendo catástrofes financieras, además de la angustia de tener a una persona querida en situación crítica.
El personal de salud está más que agotado, pero sigue haciendo su trabajo de manera admirable.
Estamos en un momento muy difícil de la evolución de la pandemia, pero me temo que este escenario no es el peor para nosotros.
Las acciones para revertir esta situación (a gran escala), incluida la disponibilidad suficiente de vacunas en un tiempo oportuno, son responsabilidad del gobierno a través del ministerio de salud. No entraré en ese campo, pues nada podemos hacer. Más bien, me voy a referir a continuación a lo que sí podemos hacer nosotros en nuestra hogar, en nuestra familia.
Creo que lo primero que tenemos que comprender es que no hay normalidad posible. La situación que vivimos no es normal. Nos adaptamos a una pandemia para seguir adelante, adoptando medidas preventivas que reducen los riesgos de contagio pero no lo eliminan 100% en ningún caso. El riesgo de contagio está en función de qué tan intensa sea la transmisión o contagio en la comunidad. Las consecuencias del contagio son más graves para las personas mayores (y sobre todo para los que tienen más de 70 años- la letalidad es 10 veces superior en ellos), obesos y con enfermedades crónicas. Pero, hay que saber que, aunque sea menos frecuente, un joven o un niño previamente sanos también pueden presentar formas graves de la enfermedad.
La normalidad ante el COVID-19 es un marketing atractivo pero no es real. Adaptación con precaución y prevención no es igual a la ilusión de una normalidad.
Por tanto, cada uno de nosotros debemos valorar el riesgo que corremos y el riesgo que corren los integrantes de nuestra familia cuando tenemos actividades fuera de la casa. Esta conciencia debería limitar nuestras actividades solo a aquellas que se consideran esenciales e ineludibles.
Cuando salimos, o cuando alguien llega a nuestra casa hay que pensar que el virus está presente. Se trasmite principalmente por aerosoles, está en el aire cuando estamos muy cerca de otras personas, está en el aire interno de espacios cerrados o con ventilación insuficiente.
El uso de tapabocas adecuados puede reducir el contagio. El tapabocas o mascarilla de tela debe tener por lo menos tres capas o pueden ser mascarillas quirúrgicas que se compran en la farmacia. Usando el tapabocas o mascarilla hay que mantener una separación de dos metros entre las personas. El lavado de manos, el uso de alcohol, son importantes pero no suficientes, ayudan. Hay que mantener este hábito. Es de suma importancia la ventilación, abriendo puertas y ventanas. El aire tiene que circular lo suficiente en todos los lugares donde estamos. Si es el caso, lograr esto en el ámbito laboral, es clave.
Aunque tomemos todas las medidas de prevención posible, el riesgo no se eliminará totalmente. Eso debe quedar claro. Al regresar a casa hay que actuar de forma preventiva para con los demás habitantes del hogar.
Los síntomas aparecen generalmente al quinto día del contagio, pero no es matemático. También hay personas que contagiadas no presentan síntomas. Pero es importante saberlo, porque si después de salir de la casa, o después de haber tenido contacto estrecho con alguien que no es del hogar, más o menos desde el quinto día aparece una sensación de malestar, dolor de garganta, dolor de cabeza, tos, fiebre, diarrea, pérdida de olfato o cualquier otro síntoma de enfermedad por más leve que sea, es muy posible que sea COVID-19. El dolor de pecho, dificultad para respirar, mareos, son síntomas de gravedad. No hay que perder tiempo para pedir un hisopado de diagnóstico o para consultar. Pueden escribirme o llamarme si tienen dudas.
Hay que estar preparados y saber que es muy posible contagiarse en este momento.
Por eso, también es importante prepararse con una “trayectoria saludable”. Esto significa estar en las mejores condiciones posibles si nos toca el COVID-19. Actividad física en la casa, alimentación saludable, proponerse un peso adecuado, programar actividades varias para lograr equilibrio y salud mental. Evitar todo tipo de excesos. Aprovechar que estamos en casa para eliminar posibles criaderos de mosquitos, revisando el patio, botellas, tapas, planteras y cualquier recipiente. El dengue ya está nuevamente. Pero primero hay que pensar que es COVID-19. Todo lo que hagamos por nuestra salud y por los que viven con nosotros suma.
Mi recomendación para ustedes que son mi familia, ante la situación actual, es que no salgan de la casa para actividades sociales ni recreativas, comidas con amigos ni para cualquier otra actividad que no sea estrictamente necesaria. Posterguen todo trámite. Tampoco es el momento adecuado para el retorno a clases de forma presencial , ni para niños, ni para adolescentes en escuelas y colegios ni para jóvenes en las universidades. En este momento el riesgo es muy alto.
Hay gente que no tiene alternativa y para ellos es inevitable salir diariamente. Los que sí pueden quedarse en casa tienen una responsabilidad ciudadana y moral con aquellos que no pueden, y debería ser una obligación hacer uso de esa posibilidad, quedándose en la casa.
La nueva normalidad no existe. No hay normalidad. Hay que cuidarse y cuidarnos responsablemente, valorando los riesgos en este contexto. Saldremos adelante.
Cuídense.
Edgar Giménez C.
27/II/2021
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