Por Dionisio Gauto Galeano
Sobre este punto tenemos un interesante aporte del Papa Pio XII, en su Radiomensaje del 24 de diciembre de 1944, en plena Festividad de Navidad. Quedaban sólo algunos días para la terminación de la Segunda Guerra Mundial y los países europeos se alistaban para volver a la vida en democracia, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y este Papa aclara muy bien lo que es una democracia, y la distingue de lo opuesto, que es la masa.
Dice el Papa que un pueblo se articula en torno a objetivos comunes; tiene un proyecto común, un sueño colectivo. Ser miembro de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecho de lazos sociales y culturales. El pueblo debe tener poder para bien de su población. (Recordar aquí que también nuestra Constitución dice que la soberanía reside en el pueblo).
Pio XII afirma que “el pueblo vive y se mueve con vida propia. Vive de la plenitud de la vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales –en su propio puesto y a su manera- es persona consciente de sus propias responsabilidades y de sus convicciones propias”.
Y más adelante agrega: “en un pueblo digno de tal nombre, el ciudadano siente en sí mismo la conciencia de su personalidad y de la dignidad de los demás”.
Podemos decir, entonces, que un pueblo debe tener: conciencia despierta, criterio personal propio, responsabilidad, movimiento propio, saber convivir con los demás, entre otros valores.
La masa, en cambio, es todo lo contrario de lo que es un pueblo, como veremos también.
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