Los fines de semana una organización de feriantes ofrece sus productos en la Plaza de Santa Rosa del Aguaray, mientras que en Arroyito la población busca la esencia, el espíritu que los llevó a fundar el hoy distrito; en otros lugares surgen reflexiones y encuentros promoviendo la paz con una pedagogía de esperanza buscando dar soporte a los esfuerzos de hombres y mujeres del campo y trabajan el ser Teko guarani. Son integrantes de la Asociación de Campesina Rural, base a nivel nacional de la Federación Internacional de Adultos Rurales Católicos. Trabajan con la Diócesis de San Pedro y en otros territorios eclesiales coordinan con las diócesis de modo a plantear un trabajo orgánico para construir nueva vida.
En la Ciudad de Santa Rosa del Aguaray, la organización de mujeres de la Comunidad Prosperidad, se une a los feriantes en la Plaza. Desde productos hortícolas, carne de pollo, cerdos y otros, y, algo de medicina natural se vende aquí. Es la fiesta de fin de semana, que además de la comercialización, es un buen espacio de encuentro y diálogos.
La ARC se integra a los trabajos de la Diócesis de San Pedro y es acompañado por el Obispo Pedro Juvenbille.
Arnold García dice que esta actividad forma parte de los planteamientos económicos de la organización, del fomento de la cultura asociativa y comercialización de productos producidos por los propios campesinos y campesinas. En la comunidad fomentan estas actividades de las que consiguen el sostenimiento familiar, con productos totalmente sanos. Acordaron con la Municipalidad y la Cooperativa Ko’ëju para este emprendimiento.
Asimismo, en el distrito de Arroyito desde hace un tiempo llevan adelante un trabajo participativo con un grupo de jóvenes buscando redescubrir la esencia de los pobladores y pobladoras de Arroyito. Además de la riqueza del proceso, es muy posible que en poco tiempo podamos compartir la experiencia a través de algún producto comunicacional.
“Redescubrir la esencia de la persona”
La Asociación Rural Cristiana, ARC, forma parte de un movimiento global que busca redescubrir “la esencia de la persona, tratamos de trabajar en descubrir la esencia del campesino paraguayo, nuestro trabajo va hacia la búsqueda del Teko Guarani, el modo de ser paraguayo, la cultura misma del campesinado paraguayo”, nos comparte Arnold García, responsable de formación de la organización.
Una de las estrategias de trabajo de la organización es a través de una mesa llamada “Vivir la Tierra Paraguay” y tiene aliados a nivel internacional, como la CLOC-Vía Campesina y otras redes a nivel continental y mundial. La entidad matriz es la Federación Internacional de Adultos Rurales Católicos, FIMARC. Actualmente la compatriota Modesta Arévalos, quien reside en Santa Rosa del Aguaray, es la Coordinadora a nivel continental y Arnold García también ocupa espacios a nivel internacional, específicamente en el campo de la formación de la organización.
Dice Arnold que desde este movimiento “intentamos dar un soporte político, en cuanto a formación, a organizaciones de base”. Trabaja dos líneas principales. Por un lado, “es una experiencia cristiana de acompañamiento al campesino paraguayo, en el que campesinos y campesinas reflexionan en su propio modo de ser para empoderarse, arraigarse y propender al uso de la tierra, el agua y otros recursos naturales en un marco de respeto”. Se trata de vivir contribuyendo a la construcción de comunidades de Justicia y Libertad.
El esfuerzo se centra en trabajar con las personas a “despertar la potencia individual, el fortalecimiento de las capacidades técnicas y políticas”, se busca la formación de líderes y lideresas que “nuestra comunidad y el país necesita”, y desde aquí avanzar hacia “una visión compartida del ñandereko, y poner en funcionamiento redes de organizaciones e individuos a partir del trabajo del ser, del Teko, como despertar de la potencia individual y comunitaria que nos lleve hacia una construcción de una visión compartida en Paraguay”, comenta Arnold.
El objetivo de la organización apunta a la formación de las personas, “buscamos reencontrarnos como persona, y ahí, entonces, que la cultura guaraní nos brinda muchos elementos para el redescubrimiento de la persona”. Manifiesta que el proceso es lento. No es un trabajo de masa, busca el bienestar de la persona, la familia, la comunidad. Parte desde “una creencia concreta personal, a la luz de la Palabra, el Evangelio y la experiencia cristiana; se busca una experiencia comunitaria y entendiendo también cuáles son nuestros traumas como país, como persona, como comunidad”.
El autodescubrimiento del ser y el mundo cultural es un buen punto de partida para emprender cualquier acción social y política. “A partir de aquí trabajamos la promoción del autosustento de las propias personas y su familia. Por eso promovemos la agricultura familiar campesina como una forma de vida y de soberanía alimentaria; incluso, además de la soberanía alimentaria, es también una soberanía laboral; es acción comunitaria y se trabaja en la transmisión intergeneracional de saberes”, reflexiona Arnold. Es un continuo esfuerzo por dar valor a la vida y las acciones sociales, dando valor a la economía comunitaria, como una comunidad cristiana que vive su experiencia del uso de la tierra, sanando heridas y por sobre todo buscando el encuentro comunitario.
Los traumas
En la organización se habla de los traumas que tenemos como paraguayos y paraguayas, como nación y como persona, es decir ubicados en nuestra subjetividad individual y social. Estos constituyen eventos o experiencias socio políticas que, aunque no estemos en el momento, siguen teniendo efectos tanto en cuanto país, como en la persona y la comunidad.
Entre estos traumas colectivos se citan, la Guerra Guasu, 1865-1870, la Guerra del Chaco, 1932-1935; la revolución del 47 y la dictadura de Stroessner, que se suman a varios traumas individuales y/o colectivas.
Cuando reflexionan sobre los traumas, no solo se empeñan en revivir lo negativo, sino también sacar aprendizajes de tales eventos y “a partir de ahí desentrañar qué aspectos nos puede fortalecer para empezar a reencontrarnos, tratando de producir encuentros entre organizaciones y sociedad civil”. Menciona que es necesario fortalecer la capacidad de diálogo.
En una comunidad pequeña, muchas veces existen varias organizaciones, con frecuencia, con objetivos similares, pero por falta de saber dialogar, van, se presentan en espacios y eventos diferentes. Esa falta de saber dialogar debe ser sustituida por la capacidad de saber dialogar, así se podrán construir una comunidad, una sociedad de entendimiento, que comparte, muy diferente a como hoy plantea el sistema capitalista, que nos lleva al egoísmo, el individualismo y la división.
Relación con el movimiento social, campesino e indígena
A nivel nacional e internacional se relaciona con las asociadas a la CLOC-Vía Campesina, apoya la lucha por la soberanía alimentaria, la agricultura familiar campesina, el uso correcto de la tierra y los recursos naturales en un ambiente espiritualmente armónico.
Los aportes a las organizaciones campesinas se centran principalmente en formación de los integrantes. “Nuestro trabajo se centra en que la gente pueda tener un auto sustento, un proceso de transformación social desde la propia persona y luego pasar a la base y las comunidades, queremos desencadenar procesos de formación social para afirmar con fuerza la expresión de nuestra identidad rural a través de nuestros valores solidarios y por sobre todo cristiano”, manifiesta García.
Las juventudes
Utilizan el término juventudes porque el planteamiento es que “se tenga un proyecto de vida joven en las comunidades y que participen en las decisiones políticas”. Muchas veces, al hablar de proyectos comunitarios, parecería que uno refiere a personas adultas, como si se excluyera a la población más joven. “Debemos trabajar en la adolescencia, la juventud, tenemos que trabajar cómo descubrir la esencia del Teko Guarani y a partir de allí avanzar en la construcción comunitaria”, afirma.
Arroyito, un modelo de experiencia comunitaria
Desde el año pasado integrantes de la FIMARC trabajan con pobladores y pobladoras de Arroyito, en el Departamento de Concepción.
“Es una presencia muy puntual y una experiencia nueva. Con un grupo de jóvenes estamos intentando redescubrir la esencia de los pobladores y pobladoras de Arroyito. Invitamos a los primeros pobladores, líderes de Iglesias e instituciones, lideres juveniles a plantearnos la historia profunda de Arroyito”, dice el dirigente, apuntando también que “la población en este momento está muy presionada por las fuerzas extrañas a la comunidad, sean militares o paramilitares”.
Arroyito es un modelo de comunidad, expresa Arnold, “que invita a mirar a sus miembros desde una mirada bastante cristiana, por todos los aportes que dieron la Iglesia de Concepción, y por sobre todo por su modelo de producción, comercialización y su modelo de valoración de la vida en comunidad”.
Se realizan frecuentes encuentros con docentes, líderes juveniles, lideresas, y de otros sectores, y “este año queremos profundizar más tratando de encontrar la esencia de lo que llevó a aquellos pobladores fundar la comunidad de Arroyito”.
“Nos preocupa mucho lo que hoy está sucediendo con Arroyito, la militarización, el miedo que se tiene. Este es un problema estructural y que no se puede curar muy rápidamente. Nosotros entramos para que se descubran los valores; que niños y jóvenes descubran la historia de sus padres y tomen decisiones políticas en esta comunidad que de aquí a un tiempo podría llevar a la solución de los problemas de Arroyito y de la zona Norte”.
A propósito de trauma, Arroyito y otras poblaciones cercanas viven hoy una situación dramática que constituye un trauma profundo que la gente deberá curar, las generaciones venideras tendrán que ir curando.
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