Nuestra solidaridad más profunda para con las personas infectadas en nuestro distrito de San Estanislao, con su familia y los demás trabajadores de la salud en cuarentena. Mucha fuerza a ustedes. Estamos con ustedes.
Y para los demás, esta nueva situación debe llevarnos a una revisión profunda de nuestras actuaciones, en el lugar que estamos, desde las funciones que cumplimos.
En los días iniciales de la pandemia, se nos ordenó quedar en casa y a un trabajo sin igual. ¿Qué hicimos como autoridad departamental, municipal, como ciudadanía? Muchas autoridades tomaron con un juego político y una oportunidad para seguir haciendo proselitismo.
La ciudadanía acató la orden de quedarnos en casa y cumplir con las medidas sanitarias. Las organizaciones de todo el Departamento impulsaron la creación de un acuerdo departamental en torno a un “plan de emergencia departamental”. Este plan aceptado unánimemente establecía las líneas, actividades, recursos y funciones para luchar con éxito contra este virus que hoy pone al mundo de cabeza.
Este plan daba nacimiento a un “Consejo Operativo de Emergencias”, del Departamento de San Pedro. Se hicieron el diagnóstico general, las líneas de acción, las estrategias, los recursos y prioridades. Todo San Pedro aplaudió este gran acuerdo en un tiempo tan difícil.
Y vale preguntarnos de nuevo: ¿Cómo gobernador hice lo que correspondía y como exigía el tiempo? Como Intendentes, concejales departamentales y distritales, ¿hemos hecho lo conveniente para poner a salvo a nuestra población?
Desde los primeros días sabíamos que los trabajadores de la salud no contaban con equipos básicos para trabajar y dar buena atención a la gente. El gobierno central informaba nuestro departamento contaría con todos los elementos, incluso figura que se han comprado más de 17 mil mascarillas para uso de los trabajadores de la salud, pero que nunca llegaron. ¿Dónde están las mascarillas?, preguntaban los médicos. ¡No Bajemos la guardia!, seguían diciendo otros trabajadores de la salud.
Y ahora tenemos en nuestra casa a trabajadores de la salud y unas familias en cuarentena. ¿Qué responsabilidad tenemos en este contagio en nuestra comunidad?
Pero, no es momento de buscar culpables y descargar nuestra ira sobre los mismos. La evaluación tendrá su momento.
Este es un momento en que debemos revisar toda nuestra actuación, todas nuestras estrategias, nuestros pensamientos y revisar nuestros recursos y con toda la fuerza que tengamos vayamos a poner pecho donde se necesite.
Es momento de trabajar sobre acuerdos, respetando la diversidad, pero demostremos que somos verdaderos políticos, líderes sociales, directivos institucionales, líderes religiosos. Pero trabajemos según los planes acordados, revisemos, actualicemos, pero cumplamos de verdad, porque el tiempo de juego terminó.
Que el Centro Operativo de Emergencia Departamental se corrija, si hay que corregir; que cada uno de sus integrantes ocupen el lugar que le corresponda y sin otra intención haga su trabajo. Ya la ciudadanía demostró que sí es posible responder disciplinadamente frente a una amenaza y cuando hay un bien común que defender.
Que los medios de comunicación pongamos de nuestra parte, seguir informando y dar información de calidad. Hay conducta ética que se nos exige en tiempos como este y otros tiempos. Construyamos esperanzas en la gente, sin dejar de denunciar.
Que los municipios, sus autoridades dejen esa política kachïaï; que se formen y funcionen los Centros Operativos de emergencias distritales, con la participación de todos los sectores sin trampas y sin siquiera pensar en trampas. Como funcionarios públicos tienen la obligación de hacer merito a la función y los dirigentes políticos cumplan con sus tareas de trabajar con la gente.
Las iglesias, buen signo sería que todos los lideres religiosos se muestren justos, actuando a favor de la gente. El mismo hecho de mostrarse unidos ya es un buen mensaje para toda la sociedad. Necesitamos la unidad, la solidaridad.
Y que el gobierno central, que cumpla con lo que tiene que hacer, que provean los elementos de bioseguridad.
Este virus ya nos está enseñando muchas cosas. Es momento que esa enseñanza, por lo menos por decreto, nos permita aprender y actuar con ética, solidaridad y projimidad.
Y como ciudadanos, apoyemos estas iniciativas, trabajemos, aplaudamos y denunciemos cuando algo no está funcionando.
Que la solidaridad no sea la próxima víctima del COVID.
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